8.9.06

moco

Doblando la esquina me entró a picar la nariz y me la rasqué como pellizcándomela. Advertí que tenía un moco y me lo saque con el índice. Una bolita brillante y pringosa en la punta del dedo. No me gustan los mocos, así que mientras caminaba miraba para un lado y para el otro, buscando con cierta premura donde pegarla disimuladamente. Y entonces que cai en la cuenta de que, en realidad, no hacían falta ni la premura ni el disimulo. Recordé que me dirigía hacia el supermercado. Y en un supermercado esta bien visto tocar. Así que destiné la media cuadra que quedaba hasta el Disco a pensar en que producto iba a dejar mi infame testimonio. Una naranja, un paquete de galletitas de agua, un portarretratos made in china, unas milanesas supercongeladas eran opciones tentadoras. Pero me incliné provisoriamente por una botella de vino de las caras. La idea del pelado dominguero manoteando el Navarro Correas para el almuerzo con el hijo y la nuera, la posibilidad de enturbiar mínimamente la belleza de ese encuentro familiar con mi moco, me llenó de dicha. Así que estaba casi decidido cuando entré. Mas lo primero que vi al ingresar fue... un canasto con libros. Y pense: “nooooo, en un libro jamas, ni loco!”. Pero... ¿ustedes han notado que clase de libros hay a la venta en un supermercado?. Hay que decir que sobraban ejemplares candidatos a un moco.
La primera opcion -que descarté por obvia- fue el Codigo Da Vinci o cualquiera de sus secuelas. La verdad que estaba dificil, me costó decidir, pero solo hasta que visualicé a mi candidato, ahi ya no hubo dudas ni marcha atrás. Un librito nuevo de Jorge Bucay (al menos nuevo para mi) en el que cuenta (o transcribe) conversaciones con sus pacientes (o el público de sus programas, no me quedó claro). Al abrirlo al azar, apareció providencialmente una página que separaba una sección de otra, así que, en ese considerable espacio blanco lo pegué y aplasté bien aplastado.

Y está bien.

Así da gusto ir al super.

de vuelta

Claro, esto no es tan fácil de dejar. Lo debe de saber cualquier blogger.
No era verdad que me fui porque me aburrí de mi blog. Pero me aburrí de mi blog, eso es cierto. Empezó a darme mucha paja la idea de postear; y al mismo tiempo empecé a cansarme de ver cada día el mismo viejo y gastado post al costado de los links que me disponía a revisitar. Pero no borré mi blog por tal razón. Lo hice en realidad porque empecé a sentir mi propia cuota de miedo irracional y de neurosis por culpa de esto. De repente, me sentí como el personaje de ese cuento de Cheever, uno que se ríe de los temores absurdos de los demás (miedo a volar, miedo a los ascensores, miedo a los espacios cerrados) hasta que un dia descubre que a el mismo le dan miedo absurdo e incontrolable los puentes, y que vive en una ciudad rodeada de ellos. Bueno, cabe una aclaración. Mi blog es un espacio desconocido para todos aquellos que me conocen de cualquier otro lado que no sea un blog. No soy de los que invitan a sus amigos y relaciones a ver lo que exhiben en su blog, forma posmoderna de la impudicia, torpeza comunicacional. Por otra parte, no me llamo “fafa” (¿en que estaba pensando cuando me elegi este mote apócrifo?). Tengo un nombre y un apellido que no tengo interés de compartir en este ámbito. No soporto la idea de que las personas que me conocen a través blog, y aquellas que me conocen por cualquier otra via se confundan o superpongan. Quiero mantener una aséptica separación entre ambos terrenos. Quiero ser fafa en un lugar y como quiera que me llame fuera de acá, ese quiero ser fuera de acá. Y nada mas, que joder. Que los espacios se mezclen me atemoriza. Que alguien entre aquí y me reconozca me produce desasosiego. ¿Por qué?. Lo ignoro. ¿Por qué le dan miedo los puentes al protagonista del cuento de Cheever?. No tenia ese miedo al principio. Al contrario, pensé que este espacio era invulnerable, y me di el lujo de dejar caer alegremente una cantidad considerable de datos innecesarios sobre mi biografía. Y un buen día, buscando cualquier idiotez vía yahoo, me topé con mi blog. Claro que no de entrada, había pasado un numero considerable de paginas con listas de sitios relacionados con el motor de busqueda, pero poco importaba, estaba ahí, al alcance de cualquier infeliz conocido que con leer muy poco ya era capaz de descubrir quien escribía. Imaginé escenarios repulsivos: un mail de algún meta-amigo diciendo “así que tenés un blog, che, no dijiste nada”, mi amada buscando su propio apelativo cariñoso en el blog search y encontrando trozos de su historia personal transfigurados en historias de plomeros y de librerías (y otras menos cándidas),mi hermana dejando un comment y avisándome que mi vieja dice que hace mucho no me paso por casa. Claro que esto nunca fue un blog biográfico ni un diario on line. Pero las piezas de mi propia realidad extra blog estaban ahí, asequibles para cualquiera. ¿Y cual es el problema?, cabe preguntarse. No lo sé, lo charlaré con mi analista, pero ciertamente me da horror de solo pensarlo.
Por un momento pensé en sepultar los viejos posteos seudo biográficos con otros nuevos, deliberadamente distorsivos, pensados para confundir a estos amenazadores lectores imaginarios que me conocían de antes. Pero como dije, no estuve muy fecundo en el ultimo tiempo, y no iba a publicar cualquier pelotudez solo para sepultar aquello que, aun presumiblente revelador, se me hacia menos desagradable estéticamente de lo que podía llegar a ser cualquier basura posteada sin ganas. Así que lo borré todo, eso ya lo habrán visto. Y acá estoy de vuelta. Durante esos días con el blog en tabla rasa se me cruzaron demasiadas cosas que tenía ganas de postear, así que decidí volver. Probablemente ni bien termine este posteo se me vayan de nuevo los deseos de escribir, a veces le pasa a uno que no está en vena, y cuando no esta en vena es mejor dejarlo, diría Caulfield. Pero si las ganas permanecen, esto seguirá y habra algunos cambios. Nadie de los que no me conocen lo notará, pero la incorporación de elementos de mi vida personal a este espacio será menos evidente. Por otra parte, tengo la intención de concentrarme en el punto verdaderamente central del blog, hasta ahora insuficientemente tratado.
Aproveché las ventajas que el blogger beta le da incluso al mas inutil de los bloggers y cambié de dominio y de template. El gris está de moda en estos días y este formato funebre y despujado es mucho mas de mi agrado.
En fin, estoy de vuelta, haciendo esto que estimo tan fútil pero que comence a extrañar ni bien decidí dejarlo. Este post, al igual que aquel con las insinceras explicaciones de mi efímera retirada, al igual que todo lo anterior, será borrado. Y empezaré de nuevo. Si me gusta todavía alguno de mis viejos posteos, y lo considero lo suficientemente neutro, lo devolveré a la vida. Mas adelante quizá, vuelva a ser borrado, con todo lo demás, o perezca sepultado por cientos de frívolos ejercicios. En cualquier caso, todo lo que hay aquí –y todo lo que se escribe- está destinado al olvido.