perfect day
Este post ya no es el que iba a ser cuando pensé en escribirlo. Aunque el título le queda mejor ahora. Antes era un tanto obvio. Ahora tiene algo de autoironía que lo hace mas adecuado para lo que voy a contar.
Ayer despues de un año finalmente fui a hacer ese trámite nada menor que tanta paja me venía dando hasta la fecha. Digamos que el día no había arrancado bien. Que me sentí embotado por la mañana, que tenía el cuerpo dolorido, que me costó levantarme, que camino al colectivo me llevé un poste por delante de puro idiota. Nimiedades.
Pero digamos tambien que por la tarde, concluido el mentado trámite, entré a una librería que me quedaba de paso. Y gloria de glorias, encontré ahi ni bien entré, un libro por el que ya me había aburrido de preguntar, en esa misma librería y en tantas otras. "Middlesex" de Eugenides, altamente recomendado por varios recomendables lectores, incluida la señorita Sensini, en la oportunidad en la que honró mi anterior blog con una única e ilustre visita, altamente disfrutados los fragmentos a los que pude acceder en el blog de las lectoras.
Sobre las dificultades de encontrar libros de este autor en los ultimos tiempos, no hace falta ilustrar a los habituales de librerías porteñas. Los que no sean de esta clase, en cualquier caso, dificilmente entenderán lo que estoy contando.
Pero ciertamente, ahi estaba "Middlesex", nuevito además, de milagroso y reluciente amarillo huevo y por solo 39 pesos, aun cuando yo me encontraba dispuesto a soltar por el lo que quisiera el cobrar vendedor .
Luego de pagarlo, y demorando deliberadamente el placer de comenzar a leerlo en cualquier bar, crucé Las Heras para conocer por dentro ese llamativo edificio de estilo neogótico (corrijanme los arquitectos) sin cúpula, frente al que tantas veces me tomé el 118. Ese que, entiendo, es sede de alguna facultad de Ingeniería o algo por el estilo. Y ya que estaba con ganas de caminar despues di unas vueltas por la zona, y de pasada compré tambien en otra librería de por ahi un libro de un tal Sebastian Faulks, de quien desconozco todo, salvo que el ejemplar del libro que adquirí es decididamente feo, tan feo como puede hacerlo la editorial que saca a la calle la revista Gente. Pero despues de todo, tenía el tenue recuerdo de haber escuchado a alguien elogiandolo, estaba en oferta y, principalmente, sintiendome tan afortunado me creia incapaz de errar. Por razones mas o menos similares me llevé tambien uno de Loriga.
Asi pues volví a casa, me hice un cafe, puse un disco, mandé a la mierda a Palahniuk a la mitad de "Asfixia" y me devoré de un saque las primeras cuarenta páginas. ¿Y saben que? me gusta, mucho mas incluso de lo que esperaba.
Y me sentí lo suficientemente contento como para escribir un post al respecto. Un post que no le iba a interesar a nadie, solo a mi que tenía ganas de contarlo.
Hasta que se me ocurrío hojear un poco mas el libro mientras fumaba un cigarrillo. Me resultó un poco raro ver a la pasada unos considerables espacios en blanco. Asi que empecé a mirar con mas cuidado. Para ser minucioso en el dolor: las páginas 98, 99, 102, 103, 105 106, 110, 111 114, 115, 118, 119, 122, 123, 126 y 127 están en blanco, faltan. Me gustaría pensar que es una broma del autor, al mejor estilo Laurence Sterne, pero es dificil creerse semejante cosa. Me gustaría pensar que lo puedo cambiar en el local, pero de pedo tenían ese ejemplar, no va a haber otro en siglos. Y no lo voy a cambiar por otra cosa, eso jamás. Esta version fallada es, en cualquier caso, mejor que nada. Y tampoco se aun que carajo voy a hacer cuando llegue la página 98. Es claro que voy a leer hasta ahi. Es claro que me resulta sumamente incómodo tanto detener la lectura en ese punto a la espera de que aparezca otro ejemplar como seguir leyendo habiendo salteado ese número considerable de páginas.
Algo similar me había pasado hace no mucho tiempo con "La montaña mágica". Trescientas páginas llevaba Hans Castorp devorando con la mirada, en silencio, a Cladvia Chauchat. Y cuando finalmente conversan, la noche anterior a que ella abandone el sanatorio, ¡El dialogo entero estaba en francés! ¡Páginas y páginas en francés!. El traductor no se habia dignado a pasarlas a la lengua castellana en una nota al pie. Claro, era una edición para gente culta, traducida directamente del aleman, no como la otra porqueria que se consigue en las mesas de saldo, recortada, feamente traducida del francés, y no directamente del alemán. En esta edicion no apta para ignorantes como yo, allí donde el autor escribió en francés en la edicion original, alli solo francés habrá.
En fin, ese problema tenía una solucion sencilla. Me bajé de internet una version traducida de la edición francesa y santo remedio, con cierta demora pude saciar mis ansias.
¿Pero ahora?. ¿Donde carajo consigo una edicion degital del libro de Eugenides, siquiera en ingles? Si fuera asequible ya la tendría.
Ahora a duras penas puedo evitar un regusto de amargura cuando lo leo, me sucedió ya esta mañana, en el subte. No puedo evitar una leve punzada en el estomago a medida que me acerco a la página 98, el primer blanco, el primer agujero negro de sentido.
Creanme que es desagradable.
Realmente lo es.
Perdonen este exabrupto lastimero. Es todo lo que tengo para decir.