2.10.06

progre

Sabiamos que era una comida de mierda, nos lo habia avisado mi suegro. Pero el dueño de casa es amigo y no da para cagarle la comida, el tipo no pudo dejar de invitar a cierta gente y no tiene porque responder ante nosotros por sus relaciones.
"Ok" digo yo, que la verdad tengo mas ganas de quedarme en el cuarto de hotel leyendo, pero no tantas como para hacer frente a la cara de orto que pondrá Julia si me quedo.
Asi que vamos, los cuatro: mi suegra siempre tan sensata, de razonable buen talante; mi suegro parco pero cortés, conforme al estilo que le gusta gastar; Julia temiendo por mi humor; yo, temiendo por mi humor.
A los osados ayuda fortuna, a mi no, al menos no en la distribución de asientos. Quedo frente a quien en las explicaciones previas que me fueron dadas fue sindicado como uno de los principales personajes desagradables de la noche. Cincuentón, "empresario" de clase media, pro milico, escasamente instruido en cuestiones sensibles, hablador quejoso, un rezongón agrio, siempre dispuesto a blandir su indignación, a soltar incontinentemente sus opiniones furcias. Bueno, no me lo describieron así ,claro, pero tampoco tan distinto, y esa es la impresión que llego a formarme a poco de estar sentado a la mesa.
No me gusta lo que sirven de entrada (que raro), no quiero tomar vino porque despues no duermo en el viaje (salimos a la madrugada), no tengo cigarrillos y no hay a quien manguearle (Julia no fuma delante de los padres). Asi que no hay mucho que hacer, y ya saben como me molesta estar callado.
Asi que tras la sumaria conversacion que cruza con mi suegro el indeseable se entera de que tanto Julia como yo somos abogados, y por mera contigüidad supongo, elije dirigirse a mi para continuar la charla (pienso que no debo parecer abogado asi vestido a desgana, con esta barba y estos pelos, con la cara de pendejo loco) y me dice "asi que abogado, igual que mi sobrino... trabaja en el la parte de legales del eichesbisí, el banco, viste? (y me dice el nombre del mentado sobrino esperando que lo conozca como si uno pudiera reconocer alegremente a todos sus colegas por las mentas) siempre le gustó la parte empresarial" (que bueno! una rata igual que vos, cooptada por el sistema, cuanto me alegro). "Y vos a que te dedicas?". Le digo que trabajo en un programa de fortalecimiento institucional de una ONG... (hasta ahi mira con cara de no entender, asi que sigo la frase y le digo -adivinando el gesto hacia el que me dirijo- que hacemos un monitoreo sobre la actividad de una comision parlamentaria, encargada de...). Y a esta altura ya empieza a entender, no exactamente que hago, pero si de que palo vengo a ser, en una palabra, de alguna manera lo que le digo le suena a speech zurdo clásico, la respuesta lo decepciona. Es un tipo algo educado despues de todo, pero los reflejos le fallan y por un momento se le pianta el gesto de desprecio, luego lo domina y mientras mi frase queda en veremos vuelve a hablar de su sobrino y de su actividad, puesto que parece ser él el que hace algo serio con su título. Pienso en que mi mamá no estaría tan en desacuerdo con esta idea -supongo que eso explica la pequeña arcada ácida que me sobreviene, porque todavía lo probé bocado. Algo impide que este infeliz interrogatorio se haga extensivo a Julia (que no ha escuchado nada, pues mira para el otro lado lidiando con una vieja que debe ser igual de chota, pero que como tema prefiere el recuerdo de como era mi mujer de chiquita y todas esas pelotudeces con las que se entretienen las viejas). Alguien llama al indeseable desde el otro extremo de la mesa. Para cuando vuelve, ya me entretengo en la disección del plato principal, con la mirada fija en los dibujos del mantel. El indeseable saca a relucir un tema del que evidentemente le gusta hablar: lo bien que está Salta (provincia en la que hoy en dia reside y donde tienen sede sus negocios), de la excelente gestion del gobernador Romero (si claro, el compañero de formula de Menen en el 2003, de ese Romero habla. Ahora si lo escuchó Julia, y se le ve en la cara que ya está indignada con el tipo, pero no es buena confrontando, esa es mi labor, yo soy el boga peleón y discutidor del que ella se enamoró, asi que me mira esperando que haga algo. Pero a mi me faltan las fuerzas, que quieren que les diga. Aun así hago tripas corazón e intervengo en la conversación señalando -con el tono irónico/falsamente educado/burlón que tan efectivo resultaría en una disputa porteña- que las comunidades aborígenes de la region no deben ser de la misma opinión (aclaracion necesaria: en Salta, Romero se ha cagado en la propiedad comunitaria de la tierra de los wichis y esta haciendo en ellas lo que se le canta el culo, me gustaria dar mas detalles concretos del caso pero no los sé, esto es todo lo que me he calentado en preguntarle a los colegas que laburaron el tema).
El auditorio es tal como era dable esperar: desfavorable cien por cien. A nadie de los que escuchaban perorar al indeseable parece importarle un carajo la suerte de unos indios de esa provincia lejana de la que el invitado (un viejo conocido de la casa y de los demás convidados) habla tan bien. Asi que me miran, miran a ese porteño del que acaban de tener noticia, el marido recien estrenado de la ex nena de grandes rulos negros que vino con la familia a visitarlos despues de tanto tiempo. Miran con la extrañeza de quien entiende lo que ha escuchado pero no termina de comprender que tiene que ver con la conversación. Es una excelente oportunidad para que el indeseable la emprenda contra esos indios vagos que no quieren trabajar y bla, bla, bla. Lo hace, claro que si, esta gente nunca deja pasar esta clase de oportunidades, en el lugar comun juegan de locales siempre. Asi que son todos vagos ("que impertenencia de su parte no querer dejarse explotar en tu fabrica del orto") asi que esas indias sucias que no se cansan de parir ("y tan útiles y baratas que resultan en cambio como sirvientas, lastima que sean tan ladinas, que haya que tenerlas cortitas") asi que pese a los esfurezos de la administración local la mano de obra deja tanto que desear ("mira vos, hijo de puta"). Me cago dios, pienso todo esto pero no se como decirlo sin que el siguiente paso de la conversacion sea mandarlo a la mierda o decirle que le voy a bajar los dientes. Ya perdí de antemano en esta discusión, y no quiero ser el pendejo impertinente de la noche, a eso me comprometí. Asi que por eso -amen de que me falla el ánimo- paso de discutir. Pero Julia me mira esperando que lo haga, y yo pongo cara de que no vale la pena y que ya tiré la toalla, y ella adopta gesto desencantado y se morfa solita la indignacion. La cosa sigue y pasa y yo me quedé en el molde, la cosa es indigesta asi que apenas como, apenas hablo, apenas soy. La conversacion sigue, alguien habla de un avion con militares que ha caido, no ha habido bajas o heridos al parecer. "Una desgracia sin suerte" dice mi suegro y nos redime a todos. El comentario pasa sin que apenas lo agarre alguno de los presentes, pero nosotros si lo captamos, porque conocemos los modos de ese señor de humor fino y pocas palabras y porque estamos necesitados de consuelo.
No hay de donde sacar energías para resultar simpático despues de esto. En lo que queda de reunion despacho las conversaciones que surgen con monosilabos y muecas de desinterés, me guardo la reserva de estoicismo para bancarme la cara de Julia sin echarme a llorar. En el hotel meto las cosas en la mochila sin ton ni son. Julia ha vuelto a su modo amable y trata de conversar, pero en el fondo de sus ojos leo (o flasheo paranoico) un ápice de desprecio.
En fin, vuelta a Buenos Aires, como era de esperar, sin hablar y sin dormir. Ni la luz ni la concentración me alcanzan para retomar a Leavitt. Mi suegro maneja con la vista clavada en la ruta. Mi suegra duerme. Julia duerme. La radio dice que mañana habrá lluvia en Buenos Aires. Yo la veré desde la ventana de la oficina. Al parecer, las ganas de llorar van a durar un buen rato.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Claro, nos tendríamos que ir todos y dejarles la tierra a los indios, sus verdaderos dueños, teniendo en cuenta que ellos llegaron primero.

Menos mal que el país no está en manos de las ONG. Y ni hablar de los abogados de las ONG.

Anónimo dijo...

Uf, hace ya tiempo he adquirido la actitud de este muchacho, no vale la pena discutir con esta gente. Uno tiene que hacer cosas, hablar no sirve de nada. Muchos que largan su discurso ultra facho, tampoco hacen nada por sustentarlo, entonces, porque enojarse con esa gente. Si uno dice que hay que explotar a todos los negros y pagarles dos mangos, pero a la vez es un pelotudo que labura para una megaempresa que lo explota a él, porque enojarse con él. A hablar de otra cosa, algo que haga el momento agradable y listo. Diferente es si él efectivamente es un garca, pero si sólo los banca con el discurso, que diga lo que quiera, los discursos no sirven para nada, por lo menos no en este tipo de charlas. O acaso uno pretende que por pasarle una sarta de consejos humanitarios el otro va a cambiar en algo?

Anónimo dijo...

Pero el falso tampoco se enoja, leiste bien?

absurda y efímera dijo...

excelente texto. ¿qué de Leavitt, si se puede saber? Haberle hablado de algún cuento gay con escenas explícitas!!!

Romina Zanellato dijo...

oh, buenas! que fea fea cena. todos tenemos muchas cenas así.
julia es un nombre tan hermoso, no puedo perder la oportunidad de decirlo. pero a veces uno es un paranoico de esas miradas decepcionantes, por que en realidad uno mismo es el que se desfraudó y trata de hacerse el boludo. que se yo.... por lo menos eso me pasa a mi.

que bueno eso de tu trabajo, necesitan periodistas por casualidad?

saludos!

Mr. John Steed dijo...

Holla!

Tantas las gracias por el enlace!